La Asociación de Danzas Sol Norteño, dirigida por César López, celebra más de tres décadas formando generaciones de jóvenes piuranos a través del arte y la cultura.
En Piura, la Asociación de Danzas Sol Norteño lleva más de treinta años y su fundador dedica su vida a la formación artística y humana de nuevas generaciones.
¿Cómo nació Sol Norteño?
Todo comenzó en el barrio Santa Julia. Un grupo de jóvenes que vivían cerca de la casa de mi familia me buscó porque querían participar en un concurso organizado por la agrupación Esta es mi tierra, dirigida por el profesor Félix Ramos. Yo ya bailaba y ellos tenían el deseo de concursar, así que acepté ensayarlos. La presentación fue muy bien recibida y ese fue el inicio. Desde entonces, en el barrio nos identifican y conocen la trayectoria del grupo.
¿Imaginó que ese impulso inicial daría origen a una asociación con más de treinta años de actividad?
No. Todo surgió de manera espontánea. El entusiasmo de esos jóvenes, sumado al apoyo del barrio, permitió que el grupo creciera. Con el tiempo formalizamos la asociación en 1993 y desde entonces hemos trabajado de manera constante.
¿Cómo se organiza la enseñanza dentro del grupo?
Yo soy el director y la enseñanza se ha construido a partir de la experiencia. No contamos con profesores formales de danza. Los integrantes que llevan años en el grupo, y que empezaron siendo niños, hoy enseñan pasos, apoyan en coreografías y colaboran en los ensayos. No somos docentes especializados, pero tenemos pasión, conocimiento y compromiso. Es un trabajo colectivo.

¿Cuáles son los logros más representativos de Sol Norteño?
A lo largo de nuestra trayectoria hemos alcanzado reconocimientos que han marcado profundamente la historia del grupo. Uno de los más significativos fue obtener el “Pececito Dorado” en Vice, un premio que marcó un antes y un después y que abrió nuevas puertas para representar a Piura en diversos escenarios del país.
Recientemente tuvimos dos triunfos importantes. En 2025 fuimos campeones del concurso internacional El Tumi de Oro 2025, en la categoría Danza Nacional, con la presentación del Waca Waca de Puno; y ese mismo año alcanzamos el título de campeones del concurso Catacaos 2025, en la categoría Danza Internacional, gracias a la puesta en escena del Tinkus de Bolivia.
¿Qué desafíos han enfrentado?
El principal desafío ha sido la falta de apoyo institucional. No existe un respaldo real para el arte folclórico. Hemos trabajado con nuestros propios recursos para obtener vestuario y materiales, pero eso nunca nos ha detenido.
Además del arte, ¿qué otros valores busca transmitir?
Formamos personas. Aquí se aprende puntualidad, respeto, disciplina y trabajo en equipo. Después de cada presentación, todos ayudan a ordenar, cuidar los vestuarios y colaborar entre ellos. La formación artística va de la mano con la formación humana.

¿Qué opinión tiene sobre la preservación del folclor hoy en día?
Creo que es importante mantener la esencia. Algunas danzas, como la marinera, se han estilizado demasiado. La autenticidad debe cuidarse, porque si la perdemos, también se pierde nuestra raíz cultural.
¿Qué hace que Sol Norteño se mantenga activo después de tantos años?
Nuestro trabajo es accesible. No cobramos pensiones, solo un aporte simbólico para cubrir gastos básicos. Esto lo hago por amor al arte y por contribuir a la formación de los jóvenes. Ese sentido de comunidad ha permitido que el grupo se mantenga y crezca.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
Como alguien que dedicó su vida a enseñar danza y valores. Si un joven se va amando su cultura, siento que la misión está cumplida.
Para César López, el verdadero reconocimiento está en quienes encontraron en la danza un camino de crecimiento. Cada ensayo mantiene viva la esencia de un grupo nacido del barrio y comprometido con la cultura piurana. Sol Norteño no solo forma bailarines, sino que forma personas conectadas con sus raíces.
